Eventos en la sociedad emocional

Hemos asistido a la III Semana del Turismo Vasco y queríamos comentar algunos aspectos que nos han parecido relevantes y que se pueden aplicar también en el sector de los eventos.

Partimos de una idea y es que comenzamos a vivir en la llamada sociedad emocional, estamos dejando atrás la sociedad de la información y hace tiempo dejamos la industrial. Pues bien, en esta nueva sociedad lo que se demandan son experiencias, los servicios y los productos quedan en un segundo plano. Los nuevos retos son las emociones frente a la tecnología, los valores y las historias frente al racionalismo y al pragmatismo. Además del bienestar físico buscamos el espiritual. En definitiva, nos encontramos en la sociedad de la inteligencia emocional.

También se habló de la experiencia de ocio. Esta debe ser gratificante y deseada, ser algo que tenga sentido.  Es multidimensional, es decir, tiene una extensión lúdica, creativa, festiva, solidaria y ambiental-ecológica y como toda experiencia pasa por un proceso, primero de deseo, luego de realización y por último de recuerdo. Otro aspecto a destacar fue la idea de la segmentación y la estacionalidad. Segmentando la oferta creamos un valor a medida.

Todo esto nos hace reflexionar sobre esta visión aplicada al ámbito de los eventos. En  SN Comunicación, Protocolo y Organización de Eventos siempre hemos defendido que los eventos deben ser parte de la estrategia de comunicación de la organización, estar incluidos en un plan de comunicación y tener unos objetivos bien definidos que deben estar especificados en el briefing que se nos presenta.

El evento son “sensaciones y emociones en directo”, una forma de vivir la marca. Los valores de ésta se tienen que sentir y respirar por todas partes. Buscamos una percepción positiva de la marca, queremos “conquistar” al cliente interno y externo al mismo tiempo que fidelizarlo. También estos valores nos ayudarán a definir el tipo de evento que vamos a desarrollar.

Pero no podemos olvidarnos de las personas que van a participar en dicho evento, individuos con sus propias vivencias y realidades. Por otra parte, no todo tiene que ser espectáculo, a  veces con cosas muy simples podemos llegar al «espectador».

Los organizadores de eventos tenemos que posicionarnos como “vendedores de experiencias” y “creadores de historias”  para conseguir que un acto, y por tanto la marca, quede en la memoria de los asistentes perdurando en el tiempo.

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